Quiero creer que casi todos los que nos dedicamos a esta profesión tenemos más o menos claro que nos debemos a nuestros clientes, son ellos los que nos dan la oportunidad de trabajar en lo que nos apasiona y ya entra en un terreno más personal el si todos podemos conseguir más o menos libertad creativa, de expresión o como queramos llamarle para sentirnos cómodos trabajando en eso que nos gusta y disfrutar plenamente de ello. No es fácil...
Todos tenemos nuestras ataduras, ya sean económicas, comerciales (según el tipo de cliente al que consigas llegar) e incluso mentales. Todos queremos parecernos un poquito a este o a aquel porque son muy mediáticos y están en boca de todos.
Cuando consigues separarte un poquito de todo eso es cuando empiezas a disfrutar y no tiene ninguna importancia la repercusión que consigas en facebook o lo que hablen de tí en los blogs. Si consigues llegar a los clientes que crees son los idóneos para tí, haces lo que sientes y te gusta, te pagan por ese trabajo y consigues su satisfacción y su felicidad, el objetivo está cumplido.
Este post es una simple reflexión, mi reflexión, y no tiene porqué servirle a nadie más. A mí me sirve y con eso me doy con un canto en los dientes. Pretender estar donde no estás o desear siempre lo que no tienes o lo que no es para tí, no es más que una vía rápida para conseguir insatisfacción y frustración y ya no tengo edad para ciertas cosas. Moraleja: disfruta de lo que eres, de lo que tienes y de lo que has conseguido pero, sobre todo, disfruta plenamente del camino que has decidido seguir, sin dudas, trabajando duro, apretando los dientes y con una buena sonrisa en el semblante.
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