Llevaba unas semanas un tanto bloqueado con mi blog personal. Por una parte nuestra nueva temporada de bodas ya ha empezado a todo trapo y esto ya será un non stop hasta el mes de diciembre y, por otra, tampoco se bien de qué hablar en este espacio que comparto con vosotros. ¿Por qué? Es bien fácil pero para mí suponía una cierta incomodidad...
En algunas ocasiones, semanas atrás, sacaba mi perfil justiciero y repartía leña contra mil situaciones que me parecían injustas o no me gustaban y daba mi opinión más sincera. Algunos me aplaudían y a otros les sentaban fatal mis palabras y me lo hacían saber. Yo tampoco quiero escribir para molestar a nadie aunque tampoco me gusta que condicionen mi libertad para expresarme en este mi blog personal.
En las últimas semanas está sucediendo todo lo contrario. El tremendo esfuerzo que estamos haciendo en nuestros proyectos está comenzando a dar sus frutos y nos están pasando cosas maravillosas, los resultados se empiezan a ver, mis sueños se empiezan a cumplir pero en cuanto los empiezas a compartir, sale a la luz el deporte nacional de la envidia y parece que sólo esté pretendiendo vacilar o pavonearme. No suele ser mi intención, soy bastante reservado aunque en ocasiones me guste compartir mis momentos felices. Pero nuevamente, vuelvo a sentirme condicionado en lo que puedo o no explicar en este blog.
Total, que al final, mi conclusión no puede ser otra que voy a seguir yendo a mi aire, sin molestar a nadie, sin hacer mucho ruido y compartiendo pequeños triunfos y sinsabores en este pequeño rincón. Tampoco pretendo gran cosa, ni ser popular ni tener el mayor club de fans. Creo que para eso ya existe un chavalote que llaman Justin Bieber...
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